¿Quién fue Beruti?

Por Federico Tártara
Llueve el 25 de Mayo de 1810. La caída de Fernando VII es notoria en las conversaciones y en los periódicos de una Ciudad de Buenos Aires que ya comercia con varios países, y no sólo con España. De todas maneras, los ánimos están caldeados, y todo indica que costará, y mucho, la conformación de una lista de unidad. Se debate una cuestión principal y definitoria: ¿Queremos seguir siendo fieles al Rey y a la Corona Española? ¿Hay lugar para la Independencia? Muchos especulan.
Afuera del Cabildo hay un alboroto reinante que es encabezado por “Los Chisperos” o “Los Infernales”, un grupo que se moviliza por las calles adoquinadas -muchas veces con las caras tapadas- para expresar su descontento con depender de España y también para repudiar la postura de las clases acomodadas y afines al virreinato.
Tienen dos líderes decididos, audaces y temerarios: Domingo French, de profesión cartero, y Antonio Luis Beruti, militar y empleado del Virreinato del Río de La Plata.
La dupla revolucionaria no se queda en la oratoria ni en las consignas. Van al frente. Dice Beruti, al ingresar al Cabildo para apurar a los asambleístas que dilatan la declaración independentista:
“Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces. Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si no nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores, decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada”.
Los Chisperos han convocado en la plaza a unas 600 personas que, debajo de los paraguas, portan armas y puñales. El pasado 22 de Mayo, varios sugirieron que sea justamente el mismísimo Virrey Cisneros quien presida la junta. Ese día Antonio Luis Beruti estalló y votó en contra, y fue la presión del pueblo organizado la que resultó decisiva para que se origine la asamblea general del 25 de Mayo.
Lo que sigue es harto conocido: primer gobierno patrio. Acerca de las intenciones de la dupla más famosa de esos días, tiempo más tarde, Manuel Belgrano, confesará que “a la señal de un pañuelo blanco, la gente que estaba afuera nos iba a defender de quienes intentaran violentarlos”.

La dupla más famosa de la historia Patria
French y Beruti eran muy populares en la Ciudad de Buenos Aires, la gente los reconocía en la calle y les tenían un gran aprecio. Eran asiduos visitantes de arrabales y ranchos, y también de locales nocturnos. Y otro dato distintivo es que acostumbraban a vestirse con trajes militares, aunque ellos eran sus propios sastres.
Durante las invasiones inglesas lograron juntar más de 600 tipos fuertemente armados para defender la estratégica metrópoli, y fue Domingo French -quien entre otras cosas era el encargado de la pirotecnia del virreinato- quien ordenó construir un túnel por debajo de la plaza que llegase hasta el fuerte: para detonar todo en caso de que los británicos lo tomaran.
“Cuando Beruti firma el acta en el Cabildo Abierto, lo hace por él y por ‘otros 400’. Eran caudillos, jefes de manzana, jefes de barrio y, por ende, tenían apalabrada un montón de gente que los apoyaba. Una de las principales virtudes que tuvieron estos personajes como French y Beruti fue el diálogo con la gente. Sus roles en la Revolución son un ejemplo histórico y algo debe haber pasado para que hoy no podamos recordar a uno por separado del otro”.Mario Passo, descendiente del prócer de símil apellido, en la revista Bicentenario.
Una vida militar
La vida de Beruti es intensa y recta, como ya escrita, y por supuesto marcada por su carrera militar y la construcción de una nueva Nación. Nació en España el 2 de Septiembre de 1772, y estudió Abogacía en la Universidad de Salamanca, aunque nunca ejerció. Regresó al territorio patrio y participó activamente, primero, en la defensa de la ciudad durante las invasiones inglesas, y luego en lo que fueron los sucesos de la Revolución de Mayo. Y luego conformó junto a French, el flamante ejército de “América”, donde logró el grado de Teniente Coronel.
Como no podía ser de otra forma, continuó radicalizándose y comenzó a reunirse junto a las partidarios de Mariano Moreno en el Café Marcos, oponiéndose a la línea encabezada por Cornelio Saavedra. Esta actitud le valió la persecución y el exilio, tras los sucesos del 5 y 6 de Abril.
El patriota de Mayo pudo regresar en el año 1812, cuando los ánimos cesionistas se habían calmado. Inmediatamente fue nombrado gobernador interino en Santa Fé y luego en Tucumán, pero por su formación militar lejos estaba de querer pasarse entre firmas de trámites y papeles burocráticos.
El avance de los Godos lo encontró en las filas patrióticas participando del inefable “Cruce de los Andes” y combatiendo de forma destacada en la batalla de Chacabuco.
Bernardo O'Higgins le pidió, por orden de San Martín, que se quedará en Mendoza donde se casó con una dama de la sociedad Mercedes de Ortiz. En esa provincia vivió sus años, y no pudo evadirse de las luchas internas que lo llevó a tomar partido y batallar junto a los unitarios de Gregorio Araoz de Lamadrid, en Rodeo del Medio en Septiembre de 1841. Fue tomado prisionero pero lo liberaron inmediatamente por sus servicios prestados en la Guerra de la Independencia.
Murió el 19 de Noviembre de 1841 a los 69 años con una gran derrota a cuestas: no militar, sino personal. Sus restos fueron sepultados en la iglesia de San Francisco, en la provincia cuyana, pero un terremoto destruyó el lugar por completo y para siempre en 1861. Su tumba no estaba marcada.
Combatiente de la Independencia
"Sin el auxilio que hubiera tenido resultados tan decisivos; les estoy sumamente reconocido, asimismo a los individuos del Estado Mayor, cuyo segundo jefe, el coronel Beruti, me acompañó en la acción y comunicó mis órdenes…”, San Martín en carta a Juan Martín Pueyrredón luego de la batalla de Chacabuco, y líneas más adelante marcó el objetivo histórico de dicha misiva “para que sus nombres no queden en el olvido”.
De esta forma, el Libertador de América le imprimía un aura de respeto que lo iba a acompañar hasta el final de sus días.
Otra escrito importante entre San Martín y Beruti fue el que se conoció el 14 de Agosto de 1816, donde el entonces Ministro de Guerra le sugería contar con los presos que estaban en las Islas Malvinas para la guerra contra los realistas. Se les proponía ser liberados de toda pena, si se sumaban al combate contra los godos.
San Martín, directamente lo cita en la carta:
“Deseoso el Gobierno de poner término a los padecimientos de los infelices que en consecuencia de sus excesos, y en precaución de la tranquilidad pública gimen en las cárceles, calabozos y otras prisiones en el territorio de estas provincias, y con el objeto de hacer útiles al Estado estos individuos, bajo la dirección de jefes expertos que retrayéndolos de sus pasados extravíos los conduzcan por las sendas de la probidad, y honor con provecho de la causa pública, ha tenido a bien acordar V.E. disponga Ud. que todos los de alta clase que se hallen presos en esa jurisdicción de su mando sentenciados a los presidios de Patagones, Malvinas u otros sean remitidos a esta capital con copias de sus respectivas condenas y la mayor seguridad posible comprendiendo también en ellos a los desertores contumaces en este delito”.
De esta forma, hay un reconocimiento claro, temprano y absoluto por parte del Santo de la Espada a la soberanía Argentina en las Islas Malvinas.
Una memoria curiosa: izamiento de la celeste y blanca
Los colores celestes y blancos no estuvieron presentes el 25 de Mayo de 1810. French y Beruti no repartieron las escarapelas de esos colores que tanto se contó, por lo menos, por más de ciento cincuenta años. Algunos historiadores apuntan que para diferenciarse entre quienes apoyaban a los realistas y quienes pretendían la Independencia se repartieron unas cintas blancas: “solaperas”, para engancharse en el saco.
La historia marca que fue Manuel Belgrano el primero en izar la bandera celeste y blanca a las seis y media de la tarde el 27 de Febrero de 1812 en la Batería Independencia de Rosario antes de partir para combatir en el Norte. Sin embargo, el Triunvirato que gobernaba el territorio lo amonestó y lo mandó a guardar la insignia.
¿Por qué hicieron eso? ¿Por qué si ya no se dependía de España se seguía usando una insignia de los realistas? ¿Cómo era posible ir a la guerra con el enemigo usando la misma bandera? Hasta estos días, cuesta responder estas preguntas sumamente incómodas quizás porque la historia no es algo lineal, simple y encadenado; sino que se trata de marchas, contramarchas, contradicciones, errores, horrores y traiciones.
Y si faltaba algo para la apasionante vida que tuvo Luis Antonio Beruti era que fuese el primero de todos en izar la bandera celeste y blanca de la patria en el fuerte de Buenos Aires, hoy Casa Rosada.
Su hermano, escritor y periodista, Juan Manuel, así lo contó el 17 de abril de 1815, en su diario histórico-publicado en la década del ´60- denominado nunca mejor "Memorias Curiosas":
“Este mismo día, amaneció puesta en el asta de la Fortaleza, la Bandera de la Patria, celeste y blanca, primera vez que en ella se puso, pues hasta entonces, no se ponía otra, sino la española; cuya bandera la hizo poner el Comandante de la Fortaleza, que el día antes fue nombrado por Soler para su cuidado y defensa, el Coronel Don Antonio Luis Beruti, con la cual se entusiasmó sobremanera el pueblo en su defensa, y desde este día, ya no se pone otra sino la de la Patria”.