Ni la radio, ni el podcast van a morir

Por Marcelo Cotton
(Premio Argentores categorá podcast 2020 - director de Narrativa Radial)
En la entrega de los Premios Argentores a la producción autoral 2019, 2020 y 2021, que se habían pospuesto por la pandemia, no sólo me encontré con uno de los referentes más influyentes en mi historia como oyente, Lalo Mir, quien, de alguna manera, me enseñó sobre este juego increíble que consiste en emitir sonidos y y crear mundos posibles, sino que también me crucé con ex alum@s a los que yo también tuve la oportunidad de transmitir algunas reglas de este maravilloso juego.
Fue un encuentro con colegas de distintas generaciones y recorridos diversos, pero con los que compartimos cierta complicidad: la certeza (pese a la ignorancia de quienes no juegan el juego) de que la radio no va a morir nunca.
La periodista Alicia Petti lo puso en palabras, dijo que el propio Lalo Mir en una entrevista le confesó: "Mientras haya una sola persona en el campo con una Spika, la radio seguirá viva".
Yo, cuando me tocó el turno, agregué: "ahora ya no es necesario la Spika. Mientras tengamos el celular a mano, ni la radio ni el podcast van a morir".
Y recordé el origen de este premio.
Resulta que en pleno hiper confinamiento a principios del 2020, el celular fue el medio más importante de comunicación entre las personas, la (casi) única manera de mantenernos con cierta interacción humana. Esas voces que viajaban kilómetros a través de los audios de whatsapp fueron un cable a tierra entre tanto espanto. Y, para mí -desde una mañana luego a una noche sin sueño- la herramienta para seguir contando historias y haciendo radio (podcast). Me comuniqué con el equipo de Narrativa Radial y con actores y actrices amigu@s y les pregunté: "Tienen ganas de actuar así sea grabando mensajes de voz?".
Así surgió: MICROFICCIONES DESDE CASA (Historias para atravesar el aislamiento).
Pequeñas historias que, con un poco de humor, retrataban lo que estábamos viviendo: separaciones de pareja sin poder salir de casa, obsesión por la acumulación de papel higiénico, preguntas existenciales que convivían con niños trepando por las paredes, profesionales terapeutas que sacrificaban sus "probadas" teorías sobre salud mental, niñ@s que hacían preguntas tan simples que ni el presidente de la OMS hubiera sabido responder, libertarios que planificaban mudarse a la luna, etc, etc.
Hacer esas historias un poco nos salvaron, como siempre salva hacer ficción, frente a tantos datos de enfermos y muertos con los que nos bombardea la noticia.
En el escenario del auditorio de Argentores durante sólo dos minutos, también dije: "cuando decidimos contar historias, hacer ficción en la radio, no nos dieron mucha bola. Por eso, ni bien internet nos dio la posibilidad de compartir audios comenzamos a apostar al podcast, sin saber que luego alguien lo bautizaría con ese nombre casi impronunciable", y que más tarde, enormes plataformas de almacenamiento y distribución se encargarían del negocio.
Nosotros, los millones nunca los vimos, ni de cerca.
Soy el mismo niño de 10 años que en los años 80 ponía un cassette virgen en la radiograbadora, apretaba PLAY y REC con fuerza y, con algún amigo entusiasta como yo, comenzábamos a contar alguna historia. Soy el mismo -o eso busco ser-, 40 años después.
Gracias a Argentores y a su Consejo Profesional de Radio, por premiar a estos niños grandes y por luchar para que una ínfima parte de esos millones se destine al derecho de autor en radio y podcast.
Y gracias también a mis cómplices de Narrativa Radial y alrededores.