La curiosa historia de Benedicto Boemmo: el constructor de Beruti
Por Federico Tártara (Periodista y Escritor)
El 02 de Febrero de 1929, Benedicto Boemmo arribó al hotel de los inmigrantes en Retiro, Buenos Aires. Los seis meses del largo viaje los hizo a bordo del barco Martha Washington, luego de la cuarentena tomó el tren y se vino para Beruti, ya que había sido convocado por el pionero piamontés José Guazzone para construir la iglesia Santa Clotilde. Ya era muy grande, 37 años, y una historia a cuestas que explicaba porque se lanzaba a cruzar el océano atlántico y dejarlo todo atrás.
Dos detalles importantes de su ingreso: dijo que estaba "casado" y su apellido figura con una sola "m", aunque era algo común ya que los nombres, más allá de la presentación del pasaporte, se gritaban a viva voz ante un inspector del reciente Estado.
“Nació en Veneto, en el año 1891, y participó de la primera guerra mundial. Durante el conflicto bélico, en un momento que estaba muy mojado, y con mucho frío se saca el capote que llevaba y lo cambia por un soldado fallecido que tenía el capote más seco. En el capote que deja, olvida sus medallas donde estaban sus datos. Por lo tanto, cuando recogen los cuerpos lo dan por muerto y le avisan a la familia de su fallecimiento”, cuenta Patricia Buffarini, berutense, y quien investigó y documentó junto con Jorge Pedini Stramessi y Adriana Díaz la historia del cementerio de Beruti.
“Luego estuvo muchísimo tiempo como prisionero en Siberia, y cuando finaliza la guerra vuelve a su patria y al llegar a su casa su mujer se había vuelto a casar con otro hombre". Cuentan que su angustia fue terrible y entonces, sin rumbo, aceptó la convocatoria de José Guazzone para venir a la Argentina y dedicarse a la construcción de la Iglesia Santa Clotilde.
"Era frentista, un albañil de detalles”, completa la profesora Patricia Buffarini en un recorrido virtual que puede verse por Youtube, y que fue realizado en el marco del cuarto recorrido virtual por tres Cementerios Bonaerenses, organizado por el Centro Cultural Salamone de Balcarce.
Boemmo vino tarde a Beruti en relación a las oleadas inmigratorias que se desprendieron del viejo continente a principios del siglo XX. Es más, su arribo sin dudas obedece a una cuestión de índole personal más que propiciado por los tiempos de ese entonces. Sin embargo, en poco más de tres décadas dejó una huella imborrable que bien se levantan perfecto en la llanura pampena.
“Boemo tiró la plomada de 18 metros de altura” bromea, y no tanto, Pedro Raúl Tártara en la entrada del portón de Giat y Bat, para destacar que este albañil italiano revocó la torre de la fábrica con métodos que cuesta muchísimo imaginar para la década de 1960.
“Lo recuerdo siempre con su plomada, y el nivel en una cartuchera. Siempre con un gesto de seriedad. Era una persona que vivía muy austera. Como todos los albañiles y constructores de esa época” reconstruye Tártara sobre la personalidad un tanto apagada del piamontés.
En Beruti Boemo lo hizo todo: construyó (los interiores y detalles también) de la iglesia Santa Clotilde (llamativamente no está su firma en el acto de fundación), viviendas, detalles en viviendas e interiores, tumbas en el cementerio, ángeles, macetas, y casas de trabajadores changarines como la de Luis Alberto Castañares a quien le transmitió sus exclusivos conocimientos aprehendidos en la peninsula itálica.
Otro de los hitos de Boemmo en Beruti fue haber construido tanto la Iglesia "Santa Clotilde", como su réplica en el cementerio municipal en homenaje al niño Charles Dick Acatoli quien falleció en su bautismo.
También otros testimonios lo recuerdan cantando para toda la colectividad italiana en el Hotel Moretti, luciéndose como un tenor de ópera.
En el libro "Huellas" también se lo recuerda junto con otros albañiles y constructores (Aragón, Ego) de la misma época, quienes dejaron su rastro en los aljibes, en las calles, y en la memoria berutense.
Murió en 1968, muy pobre. Y su tumba fue pagada por vecinos de Beruti, su familia a fin de cuentas.