Curradores de la más baja estofa

Secciones - Especiales 23 de diciembre de 2021 Por NEP Cooperativo
Un artículo de Pablo Carabelli sobre el Fondo Monetario Internacional, Mauricio Macri y los integrantes de su gobierno, corresponsables de la asignación a nuestro país de un megacrédito impagable. La gran estafa de quienes predican desde la transparencia, la verdad y la república.
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Por  Pablo Carabelli

El título contiene palabras que tal vez se podrían asociar a un dialecto como el lunfardo, y su “traducción” sería: “Estafadores de muy escasa calidad”. 

Esa caracterización vale tanto para el Fondo Monetario Internacional como para Mauricio Macri y los integrantes de su gobierno, corresponsables de la asignación a nuestro país de un megacrédito impagable.

Un informe publicado por el propio F.M.I. revela ahora hasta qué punto fue infructuosa para nuestro país la cesión de miles de millones de dólares, que se fueron por “la canaleta de la fuga de divisas” (o “formación de activos externos”, en la jerga de estos verdaderos “chantas” – ya sean integrantes del Fondo, ya sean miembros del gobierno de Cambiemos).

Lo único que no dice explícitamente el informe del F.M.I. es el motivo principal que tuvieron para prestar 57.000 millones de dólares (aunque se giraron “solamente” 44.000 millones) a un país cuyo ministro de Economía exhibía como principal mérito previo a su designación el de compartir vasos de whisky con un periodista validado por el establishment (claro está, se alude así a la dupla Nico Dujovne – Carlitos Pagni). Ese motivo lo transparentó Mauricio Claver Carone, delegado del gobierno estadounidense en el Fondo por entonces: Donald Trump deseaba que otro Mauricio, amigote de negocios turbios, fuera reelecto en el lejano Cono Sur del patio trasero de USA.

Es decir que por capricho de Donald T., para satisfacer el capricho de Mauri M. y sus aliados de la cúpula empresarial argentina, nos ensartaron con una deuda que nos sumirá en el atraso por décadas (si no siglos), a la vez que, como siempre, esos dólares retornaron rápidamente a las guaridas fiscales administradas por el propio EEUU y su socio incondicional, el Reino Unido, colaborando de paso con el aumento de las fortunas radicadas en el exterior de amigos de Macri (los “niños ricos que tienen tristeza” popularizados por Carlos Menem, hoy ya no tan niños pero incapaces de combatir su vacío existencial con otra cosa distinta a los dólares).

Currando a Dios y María Santísima van por el mundo, craneando enjuagues cuyas costuras se notan a un kilómetro de distancia (si hasta Frankestein pasa por “delicadamente confeccionado”, al lado de los monstruos que estos estrategas de la estafa son capaces de pergeñar), pero consiguiendo igual sus objetivos, porque:

1°) No tienen escrúpulos (esa falta de límites facilita cualquier manejo).

2°) Se aprovechan de los anhelos aspiracionales de las mayorías, que tienen/sienten la necesidad de ascender en la escala social (y por lo tanto tienden a ver con buenos ojos a quienes ocupan los escalones más elevados, independientemente de las artimañas que emplearon para encumbrarse).

3°) Cuentan con el poder económico (los dólares, justamente) para comprar silencios o fake news.

Gobierno de Cambiemos y Fondo Monetario Internacional, dos caras de la misma moneda: timadores/embaucadores/curradores descontracturados, seguros de la impunidad que brinda ser engranajes de la principal potencia bélica global (Trump, Claver Carone, David Lipton, Christine Lagarde, etc.) o jugar de locales en los tribunales federales de Comodoro PRO (Macri, Marcos Peña, Dujovne, Luis Caputo, etc.), donde ya no hay un Bonadío pero pululan los Ercolini, Stornelli, Bruglia, Bertuzzi, Llorens, Irurzun y etcéteras (uno más parcial que el otro en la misión de cuidar las espaldas de los ladrones de guante blanco, que por apropiarse de millones de dólares y no de gallinas jamás irán a cárcel alguna, y nunca tendrán que soportar a vecinxs indignadxs reclamando “mano dura” para ellos).

En 2018 cometimos el error de no salir lo suficiente a la calle para detener esta “Gran Estafa” (el mayor préstamo de la historia del F.M.I., destinado a financiar la reelección del candidato amigo de un poder financiero trasnacional usurario y genocida). Ojalá que muches no vuelvan a cometer, en 2023 y más allá, el error de seguir acompañando con el voto a les estafadores, practicantes fulltime del deporte de fugar dólares mientras malversan palabras como “transparencia”, “verdad” y “República”. 

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