Qué falta de respeto, qué atropello a la razón

Por Pablo E. Carabelli (*)
Se puede entender perfectamente la inquietud de familiares de niñes y adolescentes que reclaman para que las clases presenciales no se suspendan durante dos semanas. Lo que no se debe admitir sin denunciarlo públicamente es la hipocresía y cinismo de dirigentes de Juntos por el Cambio que ahora pretenden posicionarse como “defensores de la educación”.
Bien lo explica el periodista Cristian Carrillo (¿Qué hicieron como gestión los macristas paladines de la Educación que hoy piden clases presenciales?): “La ex gobernadora María Eugenia Vidal detenta el récord de que su gestión finalizó, por primera vez en la historia de la provincia de Buenos Aires, con menos escuelas de las que recibió. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, recortó en 371 millones de pesos el Plan Sarmiento, destinado a proveer a estudiantes de dispositivos tecnológicos, y recortó en los últimos dos años en un 78 por ciento los fondos para infraestructura educativa. Y el ex presidente Mauricio Macri contrajo la inversión real en Educación por estudiante en 30 por ciento”. En el resto de la nota de Carrillo hay otros datos extraídos de hechos concretos en las gestiones de esos gobiernos cambiemitas (nacional, bonaerense y porteño), para quien se quiera informar seriamente.
“ANIMALES DE AULA”
Como profesor llevo, con el actual, 28 ciclos lectivos habitando aulas. Nunca pensé en concursar para otro cargo, dentro del sistema educativo, que no fuera el de “docente raso”, ya que si en algo me fui convirtiendo con las décadas transcurridas es en un “animal de Aula” (presumo que a muches colegas les debe haber ocurrido más o menos lo mismo). Comento este caso porque es el que tengo “más a mano”, aunque cerca también están el de mi compañera de vida - que lleva 26 ciclos lectivos a cuestas, poniendo lo mejor de sí - o el de mi hermana (con casi 30 años transmitiendo pasión por la Música dentro del sistema), y seguro que en Trenque Lauquen, en la provincia de Buenos Aires y en la República Argentina habrá miles y miles de casos como los nuestros. Sin embargo, en este momento puntual, cuando líderes como Angela Merkel plantean que asistimos a “una nueva pandemia” (más que a una “segunda o tercera ola”), por la transmisión comunitaria de variantes de coronavirus más contagiosas y con efectos más graves sobre jóvenes, manifiesto pleno acuerdo con la medida gubernamental de volver por dos semanas a las clases virtuales en el AMBA (medida que eventualmente podría aplicarse en Trenque Lauquen si la curva de contagios no cede). ¿Deseo escapar del aula? No, uno no quiere escapar de su “segundo hogar”…
DE TODO
No se trata de realizar una defensa corporativa de la docencia, porque en esta actividad profesional, como en cualquier otra, “hay de todo”. Sin embargo, sin una “masa crítica” de trabajadores de la educación cumpliendo responsablemente su cometido a pesar de los salarios miserables, el sistema educativo argentino ya hubiera “saltado en pedazos” (no lo ha hecho, más allá de pronósticos agoreros, de otro modo la UBA jamás podría mantener el prestigio que ostenta, entre las Universidades latinoamericanas). Pese a tal compromiso, hemos debido soportar incesantemente falacias como “los tres meses de vacaciones”, o el despectivo eslogan “Trabajan sólo cuatro horas diarias” (para refutar este último mito, se puede arriesgar que cualquier docente de performance apenas aceptable trabaja al menos una hora en su casa por cada hora áulica; esta “regla de tres simple” permite llegar a que una maestra que tiene un solo turno en realidad “labura” como mínimo ocho horas por día, y la que tiene los dos turnos ocupados en las aulas se excede largamente de las doce horas de trabajo cotidiano, sinceramente no se sabe cómo hacen, siendo además amas de casa…).
NI HÉROES NI VILLANOS
Lejos del carácter de “héroes/heroínas” que vienen ostentando les trabajadores de la salud desde hace más de un año (¡Gracias eternas a elles!), les docentes en 2020 trabajamos tanto o más que hasta 2019 (sólo aquelles que ya estaban completamente aggiornados con el uso de las nuevas tecnologías tal vez no se “quemaron las pestañas”). Por eso es muy injusto que se hable de un “año perdido”, o de “un año sin clases”.
Que las clases virtuales no son tan significativas como las clases presenciales, ¿cuál docente lo dudaría? Sin embargo, en una instancia donde sólo la mitad de les trabajadores de la educación están vacunados (en la Provincia, porque en CABA la proporción es muchísimo menor), también nos acucia una percepción de riesgo que no es sencillo olvidar (por más protocolos y buena voluntad que haya).
Aquí es donde también deseo reivindicar el rol que han jugado los sindicatos/gremios docentes: cada vez que hubo un Gobierno neoliberal (última dictadura cívico-militar, menemismo, Alianza, macrismo) las organizaciones gremiales docentes fueron fundamentales para poner algún tipo de freno al aumento de las injusticias (no fue casualidad que a uno de los fundadores de la CTERA, Isauro Arancibia, lo secuestraran y desaparecieran el mismo 24 de marzo de 1976). Y en el contexto de pandemia, son los gremios los que siguen defendiendo los derechos más básicos de todes les trabajadores de la educación, frente a gobernantes tan ajenos a su bienestar como Rodríguez Larreta y Soledad Acuña (ministra de Educación porteña).
LO QUE HAY QUE AGUANTAR
Ahora hay que soportar a Bullrich caceroleando en Olivos, a Alonso y Macri tuiteando con arengas para la desobediencia civil, o a Rodríguez Larreta recurriendo a una Corte más que “amigable” (aunque el número de contagiados cada 100.000 habitantes en CABA exceda por mucho la proporción estimada en el mundo para decirle STOP transitoriamente a las clases presenciales; aunque el vicejefe de gobierno, Diego Santilli, aclarara en enero/febrero que las clases podrían tornarse virtuales durante dos semanas, ¡o hasta un mes!, si la curva epidemiológica lo requería).
“¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!”, diría Discepolín, y quien podría negarle “sintonía fina” con esta actualidad de ajustadores seriales del sistema educativo de gestión estatal - cuando les tocó gobernar - transformados en “Defensores de la Educación” (capaces de semejante oportunismo porque, como opositores, fingen amnesia de lo que hicieron o hacen con la lapicera de firmar decretos en sus manos).
(*) Profesor en los Niveles Secundario y Terciario desde 1994.