La desvergüenza de Patricia Bullrich

Hace veinte años y medio que venimos repudiando represiones estatales, ordenadas por Gobiernos de distintos signos políticos. Hemos alzado la bandera de preguntarnos qué pasó con Jorge Julio López, desde septiembre de 2006 hasta hoy, siendo en aquel tiempo Gobernador bonaerense Felipe Solá y Presidente de la Nación Néstor Kirchner. Hemos criticado numerosos actos represivos de policías bonaerenses durante las gestiones de Daniel Scioli, María Eugenia Vidal y Axel Kicillof (por caso, no entendemos cómo Sergio Berni puede ser considerado un ministro de Seguridad idóneo). Hemos denunciado el maltrato estructural hacia los pueblos originarios que han protagonizado Gildo Insfrán y otros gobernadores, pertenecientes a distintos frentes partidarios, del norte y el sur del país. En las últimas horas rechazamos en otro documento la feroz represión con balas de goma que sufrieron ciudadanxs formoseñxs.
Por esa trayectoria de más de dos décadas, es que no podemos asistir al show de Patricia Bullrich en Formosa sin indignarnos y expresar que la ex ministra de Trabajo de la Alianza, ex ministra de Seguridad de Cambiemos y actual presidenta del PRO es una desvergonzada.
Afirmamos esto porque, así como no olvidamos jamás a Julio López, tampoco olvidamos a Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, que estarían vivos si no fuera por la "mano dura" contra la inexistente RAM (Resistencia Ancestral Mapuche, un invento del ministerio de Seguridad bullrichista) promovida desde el trío Macri-Bullrich-Nocetti. Los tres, junto con su socio político de entonces, Horacio Rodríguez Larreta, no se cansaron de reprimir salvajemente una y otra vez (usando la Policía Metropolitana) las manifestaciones multitudinarias que reclamaban por Santiago en 2017.
Que Patricia Bullrich se sienta habilitada para viajar a cualquier sitio del país con el objetivo de denunciar atropellos, después de haber atropellado tantos derechos ciudadanos como funcionaria, es un claro signo del drama que atormenta a nuestra pobre República Argentina: quienes hacen alharaca de "defensa republicana" en realidad se la pasan deteriorando las instituciones, empezando por el Poder Judicial, que lograron transformar en una máquina de guerra "jurídica" contra el "enemigo populista". Bullrich es punta de lanza de esa cruzada, que en el fondo persigue mantener (y si se puede agrandar) la desigualdad social, para que los pocos incluidos puedan disfrutar de sus ventajas relativas frente a las mayorías excluidas.El colmo de la desvergüenza de Patricia Bullrich es que sigue opinando que Estela de Carlotto le debe unas disculpas. ¿Se irá a encontrar alguna vez un material de mayor dureza que la cara de Bullrich? Es una empresa tan ardua como la proyectada colonización de Marte...