Soledad de casi todo, Acuña

¡Cuánta Soledad de argumentos, Acuña! Seguís con tu cruzada contra les docentes porteños, y contra les docentes argentinos en general, hablando de profesionales de la educación que lo son nada más que por previos fracasos en otras carreras…
¡Qué Soledad de razón, Acuña! Mintiendo, una vez más, que vos y tus jefes políticos no son les más interesados en “bajar línea” para provecho de quienes pretenden seguir acumulando riquezas más allá de todo límite (baste recordar a Mauricio Macri gritando como energúmeno “¡Sí, se puede”!, y arengando a alumnes y docentes a gritar con él, en un acto por el Día de la Bandera)…
¡Cómo se nota tu Soledad de empatía, Acuña! Si hasta Nelson Castro te lo marcaba, hace un tiempo, cuando querías explicar lo inexplicable: cerrar catorce escuelas era, según decías, “el fruto del trabajo concienzudo de nuestro Equipo” (gran equipo de saboteadores de la educación pública)…
¡Qué Soledad de experiencia, Acuña! No pasaste una hora, ¡una sola hora de tu vida!, a cargo de un grupo de alumnes (eso lo admitías en la entrevista con Nelson Castro). Así y todo, andás por la vida queriendo dar cátedra sobre el “ser docente”, pretendiendo que tu análisis “desde afuera” busca algún otro objetivo (de Rodríguez Larreta, y de Vidal, de Macri, de Esteban Bullrich, de Finocchiaro, y tuyo, Sole) que “el de siempre”: precarizar las condiciones laborales de les trabajadores de la educación, sin tener enfrente organización gremial alguna que te pueda poner límites…
¡Cuánta pobreza ética, en tu Soledad de amor por el prójimo, Acuña! Es emblemático que dijeras lo que dijiste en una charla de café virtual con el diputado Fernando Iglesias, otro pobre de empatía, razones y argumentos…
Enfrentando tantas Soledades, a les muches Acuñas que andan opinando por ahí sin haber estado más de 5 minutos en un aula (sean del PRO, de Juntos por el Cambio, o de cualquier otro partido político, qué más da, pero que piensen como la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires) uno, con 27 años de experiencia en los Niveles Secundario y Terciario, siempre debatiendo de la actualidad argentina y global, explicitando la propia e indisociable ideología para encontrarse y desencontrarse respetuosamente con otros puntos de vista (realidad que muches alumnes han agradecido) está más que tentado de acompañar un hashtag “bien puesto”: #Orgullosamente Docente.
P.D.: ¡Ah! Y si de elegir la carrera docente como alternativa por haber “fracasado” en otras carreras se tratara, le juego una apuesta a “la Sole” Acuña y a todes les integrantes de la cúpula de su alianza de partidos políticos, para ver quien tiene el mejor promedio en su trayectoria universitaria (en mi caso, como Licenciado en Biología, orientación Zoología, de la Universidad Nacional de La Plata, entre 1986 y 1991). Discúlpese la autorreferencia, pero es un caso concreto que tengo a mano, si la cuestión pasa por comparar promedios, entre otros ítems superficiales a la hora de evaluar a les docentes en su diario trajinar por las aulas presenciales y/o virtuales.
En realidad, “la cosa” no pasa por el éxito en carreras terciarias o universitarias, que un promedio graficaría, sino por la fraternidad con la que se pueda interactuar durante días, semanas, meses, años y décadas con personas más jóvenes que uno, a las que se las respeta como compañeres de una aventura maravillosa: la de aprender simultáneamente diversas enseñanzas de vida, desde el pizarrón hacia el fondo, y desde el fondo hacia el pizarrón, en un ida y vuelta que jamás se vuelve rutina, que siempre guarda motivos para el asombro y la sonrisa…