Catorce años con la democracia manchada

"Sin López no hay Nunca Más". Exagerada podría parecer la consigna, pero, ¿lo es?
¿Es posible que una víctima del genocidio, que estuvo desaparecida entre 1976 y 1978, que sobrevivió para dar testimonio de los horrores que sufrió y sufrieron sus compañeres, vuelva a desaparecer en democracia?
¿Es admisible que catorce años después de su segunda desaparición no haya siquiera imputados, y la investigación de su destino sea un "fantasma" más, entre tantas causas paralizadas?
El 18 de setiembre de 2006, Jorge Julio López, albañil jubilado de 77 años, salió de su hogar en Los Hornos (localidad periférica de La Plata) para asistir a la jornada de alegatos en el juicio que se le seguía al comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, uno de los asesinos genocidas más feroces que pisaron la provincia de Buenos Aires. Cabe suponer que los cómplices de Etchecolatz (se sospecha de policías bonaerenses retirados, y quizás alguno en actividad) pensaron que secuestrando a López impedirían la condena a reclusión perpetua que de todas formas llegó. Pero aún con el jerarca policial preso (hasta el día de hoy, gracias a que sus reiterados intentos de zafar de la prisión fueron conjurados por la movilización de los Organismos de DDHH y el resto de la sociedad informada de los crímenes de lesa humanidad) nada sabemos acerca de Julio, que hoy tendría más de 90 años.
Julio López había visto cómo Etchecolatz y sus secuaces fusilaban a Patricia Dell' Orto y Ambrosio De Marco, una pareja que compartía militancia con el albañil nacido en General Villegas. Para que Patricia y Ambrosio tuvieran Justicia, López conservó en su cerebro, y en anotaciones hechas sobre papeles de cualquier tipo que se le cruzaran, los detalles que sumaran evidencias decisivas para condenar a los genocidas. Lo logró con Etchecolatz, aunque ya no estaba presenciando la sentencia. No pudo hacerlo con los muchos otros policías que habían actuado dentro del "Circuito Camps", cometiendo innumerables crímenes contra la humanidad.
El 18 de setiembre se redondea una semana que en Latinoamérica lamentablemente podemos ligar fuertemente con el terrorismo de Estado: el viernes 11 se cumplieron 47 años del golpe genocida con el que Pinochet derrocó al gran Presidente socialista chileno, el médico Salvador Allende, inaugurando años de desapariciones, torturas y asesinatos del otro lado de los Andes. El miércoles 16 se cumplieron 44 años del secuestro, en La Plata, dentro de aquel nefasto "Circuito Camps", de seis adolescentes que continúan desaparecidos: María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Claudio de Acha, Horacio Ungaro, Francisco López Muntaner y Daniel Racero. En homenaje a ellos se instauró como "Día de la reafirmación de los derechos de los estudiantes secundarios" cada 16 de setiembre.
Este viernes 18, de no existir la pandemia por el SARS-Cov2 y el aislamiento social preventivo y obligatorio, estaríamos marchando desde la Plaza San Martín hacia el Concejo Deliberante, y desde allí a la Plaza de la Memoria. Lo hemos hecho cada 18 de setiembre, entre 2007 y 2019. Es decir que trece veces pudimos levantar la bandera del reclamo: ¡APARICIÓN CON VIDA YA DE JORGE JULIO LÓPEZ!
Tenemos claro que esa exigencia es retórica, porque Julio ya no puede estar con vida, pero mientras su cuerpo no aparezca no se puede dejar de reclamar lo que corresponde ante cada desaparición forzada. En nuestras Marchas y Actos, cada 18 de setiembre, hemos criticado las responsabilidades de los poderes del Estado, sobre todo de los Ejecutivos provincial (a cargo sucesivamente de Felipe Solá, Daniel Scioli, María Eugenia Vidal) y nacional (a cargo sucesivamente de Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri), y del Poder Judicial (que casi nunca ofreció el trabajo comprometido de algún funcionario, con la respetable excepción del Fiscal Marcelo Molina, y se fue olvidando de López, con jueces que dieron vergüenza ajena en su desidia para avanzar en la investigación).
Cabe ahora reclamar a los Gobiernos que encabezan Alberto Fernández y Axel Kicillof, para que hagan algo en la búsqueda de Verdad y Justicia mantenida por los hijos de López (ya no está Irene, su esposa, que falleció sin poder saber algo concreto del destino de Julio). Resulta necesario además reiterarle al Poder Judicial que es su responsabilidad investigar quiénes desaparecieron en democracia a Julio López, juzgarlos y condenarlos.
Un grupo de vecines de Trenque Lauquen siempre ha tenido en mente a Jorge Julio López. No necesitamos de otros desaparecidos en democracia para saber que López alguna vez existió. El viernes 18, de poder hacerlo, estaríamos una vez más recorriendo bulevares, portando la bandera que pregunta "¿Y Julio López?", gritando con el compromiso de siempre:
¡JORGE JULIO LÓPEZ: Presente! ¡AHORA Y SIEMPRE!