Todo culpa de los fachos

Por Federico Tártara
Hace algunos años la noticia fue que los partidos de derecha o extrema derecha, o liberales o ultraliberales, o simplemente neoliberales llegaban al poder por votos conseguidos en las urnas. Es verdad, ganaron por los votos y en buena ley pero no por eso dejaron de ser "fachos". En fin "Democracia" pero con las reglas del sistema: esa que permite que gobiernos, funcionarios o simpatizantes opositores fuesen atacados y demonizados, estigmatizados, las 24 horas por conglomerados mediáticos. Y que luego, acción judicial mediante, terminasen tras las rejas. Atención, las rejas también fue para twitteros.
El Lawfare como se lo etiquetó a nivel mundial. Aquí Macri, en Brasil Bolsonaro. En nuestro país vecino Lula preso, y en Argentina muchísimos funcionarios, productores de televisión y militantes políticos también en prisión. Populismo como mala palabra. El "gasto social" como derroche o afano de los funcionarios, gasto que hoy lamentamos que no se haya realizado bien que nos vendría para enfrentar al COVID-19.
Claro, no sólo este fenómeno sucedió en Latinoamerica, sino que también en Europa. Ahí el tema fue que el avance de la ultraderacha se produjo a través de consignas de la talla de:
."echar a todos los musulmanes", "rajar a los africanos que vienen a sacarnos el trabajo", "sacar a la lacra de los políticos que se roban todo", y demases construcciones semánticas que invitaban a un nacionalismo berreta, mucho de xenofobia y un alto grado de estigmatización por raza, credo y condición social.
Este avance mundial lo consiguió la derecha política pero también apuntalada por el capitalismo financiero en todas sus vertientes y variantes, también en su faceta o cara más conocida: los bancos. Aquellos que nunca pierden.
Sucede que pasados de mambo por generar poder y poder a costa de lo que sea terminaron creando su propio monstruo: líderes políticos fuera de toda lógica y reparo, chamuyeros espantosos, berretas, mentirosos, irreales del tipo que pueden discutir horas y horas con una tosudez asombrosa y poniendo en peligro a millones y millones. Como Bolsonaro, Trump, y tantos otros que se negaron durante semanas a la cuarentena obligatoria. Boris Johnson, primer ministro británico, había dicho que "algún familiar iban a perder" y hoy está internado en grave estado en Inglaterra.
Ahora, ¿Donde está Donald Trump? Después de todo lo que dijo e hizo, casi no aparece, y en las conferencias de prensa en la Casa Blanca aparece mudo a un costado. Mientras, las muertes aumentan por miles y miles en New York. ¿Donde está el liderazgo de Trump? Aquel que no tuvo reparos en separar a niños y niñas de su familia en la frontera con México, aquel que generó guerras económicas y militares con medio mundo y que finalmente se mofaba del Covid19 diciendo "virus chino".
Bolsonaro, aquí a la derecha, alegó: "una gripecita".
A fines de Febrero aún el coronavirus no había arrasado el Norte de Italia. En ese momento el gobernador de Venecia, Luca Zaia, dijo lo siguiente: “La higiene que tenemos nosotros, la formación cultural, es de ducharse cada día…China, en cambio, ha pagado un alto coste en esta epidemia por un hecho cultural… los hemos visto a todos comiendo ratas vivas”. Semanas más tarde, el gobierno Italiano recibía a médicos, científicos y expertos chinos para combatir la pandemia. Luego, llegaron los medicos de Cuba, aquellos que provienen de un país que fue bloqueado de manera mundial por casi todos los países del globo. En la vida todo vuelve.
Es momento de prudencia, y de mucha cautela y calma. Incluso esta actitud la tenemos en casa, pensando bien cada acto que hacemos. Hay que actuar con cuidado y respeto. Es muy dificil saber como va a continuar nuestra vida de ahora en mas: es así de simple. De todas maneras, cuanto que alivia -y cuanto que agradecemos- que no estemos bajo un nuevo mandato de Mauricio Macri. O del gato, como mejor, en estos momentos, se lo conoce.