Qué pena, Bonadío

Qué pena, Bonadío: que haya partido usted de este mundo sin haber sido oportunamente enjuiciado, destituido y perseguido penalmente por todos los delitos que cometió siendo juez (con minúsculas).
Qué tristeza, Bonadío: que por su desprecio por la Constitución nacional y las leyes argentinas, el juzgado federal a su cargo (el 11, ese número mágico que salía favorecido en cada sorteo informático, trucho pero con aires de modernización) fuera denominado “La Embajada” (¿el apodo cabría también porque al igual que el fiscal jubilado Germán Moldes usted, Bonadío, tenía en mente el 4 de julio, y no el 9, como Día de la Independencia?).
Qué lástima, Bonadío: que el ex canciller Héctor Timerman no pudiera tener la misma libertad que usted para tratar su enfermedad (¿se habrá acordado, antes de exhalar por última vez, de Timerman y la cuota de sufrimiento totalmente innecesario que usted, Bonadío, le agregó con sus arbitrariedades de cada día?).
Qué problemático, Bonadío: que sus superiores jerárquicos y cómplices de sus tropelías antijurídicas (Martín Irurzun y Ricardo Lorenzetti) mantengan posiciones de privilegio para continuar anteponiendo intereses particulares al respeto del Estado de Derecho (usted no hubiera cobrado fama como ejecutor del lawfare sin ellos).
Qué indignación, Bonadío: que haya podido usted ser juez de la República durante un cuarto de siglo, siendo que, como expresó (charla en el CUDEs, Centro Universitario de Estudios, calle Vicente López 1950 de la Ciudad de Buenos Aires, año 1996) cuando recién empezaba a impartir injusticias, lo único que le interesaba de verdad era “la política”. Esa confesión lo explica todo: tal vez como diputado o senador, o hasta como gobernador, hubiera sido usted mucho menos dañino que fingiendo ser juez.
Qué pena, Bonadío: que al igual que Nisman, para muchos compatriotas resulte usted un héroe, siendo que la principal ocupación de ambos durante tantos años de ejercicio fue violar sus deberes de funcionarios públicos.
Lo vamos a recordar, Bonadío: para usted, ni olvido ni perdón.