El domingo 11 de agosto ganó el buen afecto

Por Pablo Carabelli
El diccionario explica que “Afecto” es un término que proviene del latín “affectus”, y significa: “Amor, odio, ira, o cualquiera de las pasiones del ánimo, si bien tómase más particularmente por amor o cariño”.
El domingo 11 de agosto ganó el afecto, en su acepción restringida o más particular.
Alberto Fernández se movió en el escenario del Frente de Todes abrazando a “Lita” Boitano y a “Taty” Almeida, dos mujeres que están cerca de cumplir 90 años, dos referentes de una lucha ejemplar, que sólo mentes enfermas podrían ligar con la venganza.
Ángela “Lita” Boitano era la mamá de Adriana y de Miguel Ángel, hasta que los desaparecieron (Miguel Ángel fue secuestrado en 1976, Adriana en 1977). Desde hace muchos años “Lita” encabeza, con su sonrisa inseparable, el Organismo de DDHH denominado “Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas”.
Lidia “Taty” Almeida era la mamá de Alejandro, hasta que lo desaparecieron (en 1975), y desde hace muchos años, con su alegría de vivir es un puntal de las “Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora”.
Sería muy interesante que se hiciera una encuesta global, preguntando la consideración que personas de distintos países tienen acerca de “Lita” y “Taty”. Entiendo que el resultado sería muy positivo para estas dos personas mayores tan vitales, ya que resulta natural asociarlas con el “cariño” y el “amor”.
¿Qué hubieran podido ofrecer en el escenario del otro Frente, el que por obra de sus miserables políticas fue derrotado ampliamente? Las mujeres que hubieran subido a festejar tendrían muchos menos años que “Taty” y “Lita”, y a la vez tanto menos cariño y amor que ofrecer. “Lilita”, “Pato” y/o “Laurita”, con las palabras destempladas que continuamente emiten, incitando a la violencia, habrían sido la contraparte afectiva de nuestras Madres, pero cultivando esas variantes negativas del afecto que menciona el diccionario: el odio, la ira, y otras pasiones del ánimo que tienden a restar vida, no a multiplicarla como día tras día, desde hace varias décadas, proponen “Taty” y “Lita”.
Afortunadamente, para la mayoría de los argentinos, en la noche del 11 de agosto no debimos ver a Carrió, Bullrich o Alonso derramando su alegría prepotente en escenario alguno. Supongo que a fines de octubre tampoco tendremos que sufrirlas, y uno no debería cansarse de exclamar, como Violeta Parra: “¡Gracias a la vida!” (y a la conciencia de un pueblo que no se rinde).