El sueño de las pibas y la necesidad de crear otro fútbol

Por Sofía Basselli (*) para Diario Nep
Cuando todxs daban el partido por perdido, cuando el relator sentenciaba un “sueño terminado” luego de que Cuthbert marcara el 3 a 0, las pibas de la selección argentina de fútbol demostraban que no, que todavía quedaba mucho por jugar.
Faltando 17 minutos, en el último partido de ronda del Mundial Femenino de Fútbol que se disputa en Francia, el seleccionado nacional, con goles de Menéndez (74') y Bonsegundo (79' y 90 '+ 4') logra empatar, tras un claro penal que la árbitro no vio, pero sí lo hizo el VAR. Tras la ejecución del penal por Bonsegundo, atajado por Alexander, otra vez el VAR detecta un adelantamiento y se vuelve a ejecutar para terminar en llanto y emoción de todas las jugadoras, cuerpo técnico e hinchas.
El periodismo habla de un milagro, a mí me gusta pensar que ese empate es el fruto de todo el esfuerzo y sacrificio que las jugadoras realizan a diario. Mientras los hombres tienen contratos millonarios, las mujeres que no tienen la suerte de jugar en el exterior, cuentan con dos trabajos.
La reciente (semi) profesionalización del futbol femenino en el país (fue en Marzo de este año) no fue un regalo, fue producto de la luchas que el movimiento feminista viene dando.
Es a partir de esta revolución, que las mujeres, cansadas de ser relegadas al ámbito privado, el de la limpieza del hogar y el cuidado de lxs niñxs, es decir del trabajo que no es pago, tomamos el espacio público para reclamar todo lo que nos pertenece y es negado. El fútbol es solamente uno de esos espacios donde reivindicar derechos vulnerados durante años.
Ojalá en un futuro, podamos ver en lxs niñxs tantas camisetas de Banini como de Messi. Ojalá en un futuro, las mujeres dejemos de aparecer sólo en la contratapa de Olé (casi desnudas) para empezar a aparecer en las tapas de esos y de todos los diarios. Ojalá también, se criticaran las falencias de este sistema que es cada día más injusto, con el mismo énfasis con que se critica la forma en que nosotras, las mujeres, jugamos.
Después del partido de Argentina contra Inglaterra, un hombre, tal vez en un intento de demostrar su virilidad comenta “Qué fuerte está la 8” a sus compañeros de trabajo. Estas pequeñas acciones, no hacen más que reforzar el sistema patriarcal, volviendo a cosificar a la mujer, poniéndola en el lugar de objeto que puede ser usado, pero nunca respetado.
Que se vayan enterando que las mujeres no “están fuertes”, las mujeres somos fuertes. Y sino miren la entrega, la garra y el corazón con el que las pibas ayer jugaron, y lo que es más importante, todo lo que hicieron para poder estar ahí. Pero cuando el dominio de la fuerza es siempre asociado a los hombres, es de esperar que haya una resistencia. Y que queramos ser parte de ese recinto machista, sexista y racista por excelencia que es el futbol, parece que molesta.
Mónica Santino, directora técnica de La Nuestra (equipo de futbol femenino de la Villa 31), habla de la necesidad de crear otro futbol. Si el futbol masculino está basado en la competencia, hagamos uno que se base en el compañerismo. No hay prueba más clara que la de Eliana Stabile consolando a una de las jugadoras de Escocia, luego de que quedaran afuera. Esto no quiere decir que profundicemos las divisiones entre el futbol masculino y femenino, sino que ocupemos sus canchas, pero también inventemos las nuestras.
Viendo el empate de ayer ¿hay cosas para mejorar? seguro, pero los comentarios acerca de tácticas y estrategias futbolísticas, sobran. Lo que faltan son personas que tengan ganas de construir una cancha de fútbol donde entremos todxs sin importar el género: mujeres, hombres, travestis y trans.
No creo que sea un "sueño terminado". La historia del fútbol femenino se está escribiendo, el sueño de las pibas, recién empieza.
(*) Licenciada en Trabajo Social