Cantar la posta: América Latina va a ser toda feminista

Por Lila Magrotti Messa
La Plata tiene esa belleza particular de sentir que está entrando siempre en un bosque distinto, ahí fuimos estxs que ya no somos, ya no queremos ser, caperucitas comidas y engañadas por lobos a la espera de un cazador que nos devuelva mágicamente a la vida. Sabemos que hay algo en los caminos que no tenemos claro, que tenemos que estar atentas, que hay mapas que no son propios y que igual pretenden guiarnos, por eso nos metimos en el corazón de la Facultad de Humanidades, en pleno verde y en pleno sol a tratar de tramar modos de atravesar, de construir, de defender nuestros territorios.
Sabemos que no hay respuestas únicas ni salvadoras, que la forma debe ser comunitaria, que la construcción es colectiva, que nuestros planes son de lucha, de placeres, de danzas, de abrigos posibles. Estamos tramando senderos ante caminos cortados, ante tantos lutos juntos, ante tantas compañeras que ya no están, ante las que seguimos buscando.
Durante el encuentro de cuatro días hubo talleres, mesas de debate, rondas con provocadoras y detonadoras, clases de danza, de defensa, comida, abrazos, besos apasionados, documentales, obras de teatro, parlamentos, asambleas. En la mesa en torno a feminismos marginales se debatió cómo nombrarnos, porqué la idea de marginalidad nos ayuda o nos frena estableciendo modos de pensar binarios. En torno a la idea de centro y periferia. Se discutió en torno al lenguaje, a sus complejidades ante el nombrar y el ocultar. Quiénes son las ocultadas sistemáticamente incluso en estas luchas que intentan abrirse todo el tiempo ante lo dado y que oprime o obtura desde el borramiento y el silencio.
¿Cómo desarmar este poder? Fue una de las grandes preguntas. Qué hacer, cómo pensarnos entre los feminismos más elitistas que no reconoce opresiones, que se tiene intersecciones con el género, que profundizan la desigualdad y recaen en otros modos de privilegios incluso entre nosotras, como desentrañarlos, cómo pensarlos, cómo destruirlos pero no solo discursivamente sino con efectividad en los territorios, en las prácticas, en el cuerpo, en todo. ¿Cómo salirnos del lugar de víctimas en el que nos quieren meter a cada paso?, ¿cómo pensarnos dentro de este capitalismo del cual si no queremos ser parte no podemos negar que nos compone, que nos salpica a cada paso, que nos corremos uno y se mueve dos, que es productor de sentidos y que nos sigue delimitando?.
“Somos un grano en el orto y tenemos que saberlo” afirma una compañera que hace del teatro la movilización de las opresiones múltiples, para visibilizarlas, para desterrarlas como normalidad, como naturaleza.
¿Cómo construir un poder no patriarcal? Cómo crear modos de incluirnos subversivamente en esto que vamos gestando, porque ya no deseamos ser parte de esta narrativa, queremos una nueva. Queremos dejar de ser culpables o víctimas, queremos que se nos reconozca como la experiencia vital y múltiples que vamos siendo. Cómo construir imágenes propias, ya no queremos más ser nombradas. Como militantes populares queremos dejar de ser un simple colchón entre las pibas y el estado, activamos desde la responsabilidad afectiva con nuestros territorios, lo nuestro es político, ético, afectivo.
Los feminismos son territorios complejos, diferentes, distantes pero hermanados en un punto, estamos incómodas, no nos conforma ni nos complace lo que existe, no nos narra ni nos incluye. Esa incomodidad es múltiple, es cambiante, es histórica, es cultural, es profunda. Por eso nos movemos, activamos o paramos el mundo, necesitamos crear otros posibles, otras agendas, otros sentidos, otros lenguajes. Acá estamos ejerciendo nuestras vitalidades.
En una mesa sobre la aplicación de la ley de Educación Sexual Integran Ofelia Fernández dejó sin efecto a todos los discursos fascistas que frenan su aplicación. Y dijo que la novedad es que hay estrategias fuertes desde los ámbitos religiosos, ya no es la biblia y la iglesia ahora convocan a movilizar y tiene capacidad de agencia. ¿Cuál es su miedo con la ESI? ¿Por qué les molesta tanto que hablemos de consentimiento? Salen a decir que mentimos, que nuestro deseo no es válido y que nuestra incomodidad ante los abusos es mentira. Habló del documental “Género bajo ataque” proyectado durante el encuentro y lo recomendó para comprender a fondo el contexto radical en el que estamos viviendo (está disponible en internet).
Desde Brasil llegó el aire más cargado y la pregunta de frente, qué hace el feminismo blanco ante nosotras, cómo pensarnos, cómo dejar de efectuar el endoracismo en nuestros movimientos. Cada mesa nombraba a Marielle y sus rulos y se poblaba el aire, haciéndolo raro, denso de luto y de lucha, de memorias. Una de sus compañeras tomó la palabra en la asamblea del domingo y contó que después de su asesinato su vida se había estancado. Que mientras pensábamos el paro del 8 de marzo ella repetía esa palabra en su mente: paro. “Fui una sucesión de pausas después de su muerte y lloraba cada minuto”. Cómo pensás a Brasil con esas tres B mayúsculas marcadas a fuego: “Biblia, Bala y Bolsonaro”. Compañeras de Partido de lxs trabajadorxs de Brasil contaron los modos en que pudieron construir el ingreso de las mujeres a la política de manera masiva, ese fue su plan de lucha, tramar talleres, formación directa para ser mandatarias, para poder dirimir en los ámbitos políticos. Aún así la mujer más votada en las últimas elecciones fue una candidata de Bolsonaro, una mujer de la ultraderecha: 2 millones de votos. Con la llegada de Temer a esta parte la compasión de las cárceles de mujeres en Brasil también mutó y fue aumentando su porcentaje de mujeres negras hasta llegar al día de hoy superando el 90 %. En la región se vive una persecución clara racial, de género, de clase.
En la asamblea Ni una Menos además estaba Norita, haciendo más habitable el mundo desde cada zona. Una de las propuestas surgidas fue parar todo consumo ese día, no sólo actividades laborales, que es complejo en un contexto de migraciones múltiples, precariedades y desempleo donde muchxs no pueden “darse el lujo” de no ser productivas para el sistema por un día. También se debatió en relación a la idea de “mi cuerpo, mi decisión” donde quizá por pensarnos firmes en una frase nos tornamos individualistas y en una relación solo posesiva con el cuerpo y no lo pensamos de manera comunitaria y total. Hoy la disyuntiva que tenemos es “capitalismo o vida” porque los modos en que se produce la reproducción atentan directamente con la salud, con la biodiversidad, el agua, los ríos, los bosques, estamos destruyendo aquello que nos permite vivir. Al grito de “vamos a parar el continente”, sabemos que el gran desafío será la construcción de una contrahegemonía conjunta a nivel regional, en cada rincón, diversa, múltiple, afectiva, efectiva, constructiva. Bolivia, Chile, Colombia, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay, encontradas en La Plata, tramando formas para que otros posibles sean posibles.