Viajaré escondida, Blanca Luz Brum la mujer detrás del Braden o Perón

Por Lila Magrotti Messa
El feminismo, eso que quieren hacer pasar como moda de corte y confección, como algo emergente de estos días, como palabra que va en singular y en masculino, puede ser un espacio resbaladizo si intentamos pensar desde los lugares conocidos, desde los sentidos que aún no se deconstruyeron, para construir otras narrativas. Eso tiene éste film, es el intento “de rescatar del olvido” a una mujer desde lo más naturalizado del sentido, porque claro, ellas siempre son sólo olvidadas y escondidas, pobrecitas. No todo revisionismo es válido por rescatar una historia que deber ser contada como, en este caso, la de Blanca Luz Brum.
La película atrajo mi atención desde que la vi en cartelera. Blanca Luz es una gran incógnita en muchos aspectos, eso es cierto, pero lejos está de ser un mito, fue una mujer no un personaje extravagante y contradictorio del cual hablar como se hablan de esas mariposas torpemente disecadas. Ella me había llegado como parte de la vida de Salvadora Medina Onrubia, anarquista, dramaturga y periodista argentina casada con Natalio Botana, director del diario Crítica. Él conoce a Blanca Luz en el momento en que Alfaro Siqueiros, compañero de Blanca Luz, pintaba el mural “ejercicio plástico” en el sótano de la quinta de los Botana en Don Torcuato. Natalio y Blanca comienzan una relación, abandonando a Siqueiros y a Salvadora. En ese contexto, el hijo mayor de Salvadora se suicida cuando ella le manifiesta, molesta por la situación, que no es hijo legitimo de Natalio Botana. Todos los relatos que me llegaban de Blanca Luz Brum la pintaban como una puta, “rompe/hogares”, seductora y detestable para cualquier mujer con marido o en busca de uno, una mujer competencia a todas luces, porque encima la decían hermosa, terriblemente hermosa. Y así la pinta el documental, que jamás nombra a Salvadora ni a casi ninguna otra mujer de la época salvo a Evita que, obvio, la odiaba porque el general Perón también la veía como un pedazo de carne bello, y para colmo, con matices de inteligencia. Blanca Luz trabajó en la campaña para la primera presidencia de Perón. Según relatan ella creo el lema “Braden o Perón”, que incluso hoy es toda una declaración de los modelos de país que las plataformas políticas proponen.
En el documental muestra cómo al iniciar la investigación un tsunami arrasa la isla chilena donde estaban muchas de las pertenencias de Blanca Luz, quedando en el fondo del mar como señal de lo que debe quedar eternamente resguardado. Luego se va relatando cómo llega Mariátegui a su vida, cómo ella lograba burlar a la policía para poder verlo mientras estaba preso, cómo luego hace lo mismo con Siqueiros, su relación con Perón y cómo ella comienza a formar parte de su equipo de prensa, cómo luego termina siendo defensora del régimen pinochetista en Chile. Cómo logró concretar la fuga de Patricio Kelly. Poco se relató de cómo aprendió a leer y a escribir estando en Uruguay y quedando huérfana a los 3 años por la muerte de su madre y el abandono de su padre. Poco se rescató de esos años vividos con su tía. De su mirada religiosa del mundo tanto como combativa, poco se rescató de sus poemarios y de sus producciones como periodista. Sólo quedó como una contradictoria mujer que pasó del más ferviente comunismo a ser defensora de la derecha chilena, así, sin matices, con el impulso con que las mujeres hacen las cosas, sin pensar demasiado, las extremistas de siempre. El director deduce que ella había quedado dolida con el comunismo por su mala relación con Siqueiros y que eso la llevó a ir al otro extremo, explicación un poco lineal y que, otra vez, es la despechada haciendo cosas que nadie jamás comprenderá.
Después de la proyección, hubieron aplausos y alguien dijo, acá está el director, quien se paró para recibir comentarios y preguntas en un muy ajustado tiempo, marcado por el inicio de la película siguiente. El director luego de agradecer, comentó que seguro todas las personas que estábamos ahí antes de ver su film no teníamos ni idea de la existencia de alguien como ella, como le pasó a él cuando una “amiga actriz” (a quien ni siquiera le puso nombre en ese momento) le comentó de la vida de Blanca Luz, un poco fuerte la afirmación, además de falsa.
Por suerte, después de eso una mujer lo felicita por su trabajo y acto seguido cuenta que su suegra, una mujer muy buena a la que ella quería profundamente (seguramente lo aclaró porque Blanca Luz en la película es construida como una suegra feroz y “rompepelotas”) “ella hablaba mucho de Blanca Luz, habían sido amigas, de las mejores, la nombraba tanto, mi suegra también fue una mujer increíble, una distinta”. Sólo con esa frase, se derritió toda la trama que habíamos visto. Esa figura ausente durante todo el documental emergía como emerge todo aquello que ya no se puede esconder, la amistad. Esos lazos vitales que no sólo suceden como competencia o seducción. El director dijo “ah mira que loco” y no mucho más.
El comentario de esa mujer era todo lo que me quería llevar de la sala, saber que lo niegues como lo niegues y aunque le cambies hasta el sentido a sus poemas, porque Blanca Luz escribió “viajaré escondida” y así fue, escondida entre la multitud, en las palabras de una amiga, viajó para decirles a quienes estaban ahí e incluso al director que ella tuvo amigas aunque él no se haya interesado por saberlo. Que ella fue otras cosas además del mito de la mujer contradictoria y excéntrica que él intentó construir.
Blanca Luz Brum fue muchas cosas, es otra de las mujeres casi inenarrables de nuestra historia latinoamericana, porque para hablar de ella tenemos que olvidar mucho de lo que nos enseñaron y sino, mejor no hablar porque podemos caer en el profundo pozo de mostrarla como alguien totalmente fuera de su época, una insólita madre soltera, por viuda la primera vez, por separaciones las demás, con hijos e hija de varios hombres, nómade, poeta, artista, que andaba por la vida destilando luces y resaltando entre todas las mujeres bobas de su época. Una mujer que amaba a los hombres por sobre todas las cosas y como dice la película “siempre quería al número uno, al que más resaltara de cualquier lugar”, sí, otra vez, las minitas y la pasta de campeón, bueno.
El documental es un cúmulo de omisiones, al que muchas críticas quieren salvar porque al director le llevó 7 años hacerlo, por mí, que se caiga junto al patriarcado, porque este es un documental peligroso. La imagen está muy bien lograda, el sonido es sublime, la voz de Mercedes Morán te pone la piel de gallina, la investigación es realmente profunda pero el problema es la línea desde la cual se empieza a tirar. Termina dando la idea de una mujer mosca en las redes de los hombres araña de su vida, ellos la sostenían y ella daba todo ingenuamente por ellos, siempre en función de los hijos e hija que siguió teniendo y de los que murieron.
Hay historias que flotan por todos lados, están ahí, son mujeres que sacaron de las cárceles a muchos y muchas de los disidentes de su época, en miles de sentidos, lo hizo Blanca Luz, lo hizo Salvadora, eran ingeniosas y no tenían miedo, por suerte escribían y aún se las puede leer, creo que lo mejor para hablar de Blanca Luz es regalarnos uno de sus poemas sin sacarle ni meterle comas que cambien los sentidos y buscar estas trayectorias en nuestra historia siempre, como se busca a las mariposas, como se buscan los abrigos, para que nos ayuden a transitar y a comprender nuestra época de manera compleja y múltiple, no para establecer un juicio de valor sobre ellas. El modo en que abordemos nuestra historia es una decisión política de lucha, continuidades y rupturas.
Blanca Luz Brum, del poemario Atmosfera arriba, 1933.